La historia de António es una de constantes nuevos comienzos. Después de sus días como marinero, se dedicó a algo más grande que él mismo: su oficio. “La filigrana es mi vida”, no se cansa de decir. En su taller toman forma intrincadas carabelas, naus y barcos rabelos, elaborados magistralmente con finos hilos de oro retorcidos y batidos. Sus estructuras están llenas de delicadas cornucopias, espirales, gránulos y rosetas. El mar sigue ahí, pero en filigrana.
Descubra la colección del artesano António Martins Castro