Adelino Soares tiene la filigrana en sus genes.
Estudió joyería simplemente porque sintió que era lo correcto y en su primer año eligió su camino.
Sería un artesano, dejando que sus manos fueran sus herramientas.
Nada le fascinaba más que las manos de su madre, desgastadas por el tiempo y el trabajo, pero capaces de crear maravillas.